Cómo salir de una relación tóxica

Una relación no satisfactoria puede generarnos una tremenda dependencia. Las cosas buenas que vivimos en ella se mezclan con las malas y acabamos  justificándolo todo y autoengañándonos para poder seguir ahí. Para poder salir de una relación tóxica hemos de cultivar la autoconfianza, el autorrespeto y un profundo sentimiento de valía personal.

Junto a las ideas aprendidas que todos tenemos sobre el amor, a veces se añade la sensación de que es responsabilidad nuestra hacerlo funcionar y no podemos equivocarnos, sobre todo si hemos tenido una infancia culpabilizadora o muy exigente, en la que se esperaba mucho de nosotros.

Otra dificultad es la fantasía infantil de que podemos cambiar la situación o a la otra persona, que con el amor, el apoyo o la perseverancia suficiente, todo se puede.

Normalmente, si nos cuesta salir de una relación tóxica, puede ser porque nuestra autoestima ya estaba tocada antes de entrar en ella: bien por heridas del pasado – situaciones en las que no nos han tratado bien-, o por creencias desvalorizadoras que nos dicen que no somos merecedores ni dignos del amor, la empatía, el cariño y la atención de otro. Que no valemos. También podemos haber vivido modelos de amor en nuestros padres nada sanos, y que ahora repetimos.

Aquí van unas cuantas ideas que nos pueden ayudar a soltar:

1. Aprender a dejar ir

Cuando estamos enamorados, resulta muy difícil y doloroso imaginar nuestra vida sin la otra persona. Sin embargo, mantener una relación sana y nutritiva implica poder ser felices con o sin esa persona.

● Para ello, podemos recordar las partes buenas de nuestra vida antes de conocerla y volver a cultivarlas (salir con amigos, hacer actividades que nos interesen sin él o ella, etc..).

● Si nuestra mente se pierde en recreaciones o idealizaciones románticas, recuerda por qué necesitas empezar a dejar ir: lo mal que te sientes en ciertos momentos en la relación y que esto no tiene por qué ser así.

● Para poder afrontar el miedo a la soledad o el abandono es crucial llegar a imaginar que estaríamos igual de bien en la vida sin esa persona que con ella (o incluso mejor!), ya que no estamos ahí por necesidad de estar con alguien o para no estar solo si no para compartir por placer, felicidad, gozo.

● Si no nos sentimos así para nada, es hora de pensar en maneras en que podrías hacerte feliz a ti mismo. Cosas que te gustan y te nutren y te aportan alegría por sí mismas. Con el tiempo vemos cómo las fantasías de nuestra mente (que a lo mejor sobrevaloran el hecho de estar en pareja..) son solo eso: fantasías, y que la felicidad es realmente un arte que depende exclusivamente de uno mismo. De nuestra capacidad de llenar nuestra vida de cosas que nos llenan.

● De hecho, si no somos felices ni estamos contentos solos, podemos empezar a cuestionarnos nuestras ideas sobre las cosas y a preguntarnos por qué y qué es lo que necesitamos realmente para serlo. Empecemos a considerar también la idea de que nadie va a completarnos ni darnos la felicidad que no tengamos, así que el hecho de que esta persona se quede en nuestra vida tampoco nos garantiza esto. Al contrario.

 

2. Soltar las ideas sobre lo que debería ser
Gran parte de nuestro sufrimiento viene del hecho de que no aceptamos las cosas tal como son. Desde pequeñitos aprendemos que, si nos esforzamos lo suficiente, podemos cambiarlo todo a mejor.

Esto es cierto para las cosas prácticas, sin embargo en lo que respecta a cambiarnos a nosotros mismos, a los demás, o situaciones que no podemos controlar, lo único que podemos hacer es aceptarlo tal como es.Además, tenemos muchas ideas sobre cómo deberían ser las cosas -en especial las relaciones-, lo cual nos hace aferrarnos a conceptos e ideas y nos impide afrontar el presente tal como es.

Si nuestra relación no nos hace felices, el problema no desaparecerá por arte de magia. Tan solo mirando de frente y aceptando lo que hay podemos empezar a hacer algo para cambiarlo.

 

 

3. Aceptar el dolor. Que una relación no sea como queremos es doloroso. Supone decepción, frustración, pérdida, y, si la cosa no va a mejor, volver a enfrentar la soledad, algo que a menudo nos produce pánico. Además, la situación puede ir acompañada de pensamientos dolorosos como: no merezco que me quieran, siempre me pasa a mí, siempre estaré solo… generalizaciones falsas que lo único que hacen es aumentar el dolor.

Aceptar el dolor, los fracasos y las decepciones como parte de la vida y algo por lo que todos pasamos nos ayuda a llevarlo con más ligereza. La vida es un misterio y nunca sabemos cuál será el siguiente capítulo. Entregarnos a él con aceptación y humildad nos permite abrirnos a nuevas oportunidades y nos ayuda a soltar.

Además, es bueno recordar que ningún dolor dura eternamente. Estábamos bien antes de conocer a esta persona y volveremos a estarlo cuando deje de estar en nuestra vida. Si la tristeza nos abruma, es bueno permitirnos pedir apoyo en esos momentos. Solo se trata de dejarse sentir el dolor hasta que se pase, sin alimentarlo con pensamientos negativos.

 

4. Darnos cuenta de que merecemos algo mejor
A menudo, permanecemos en relaciones tóxicas por creencias del pasado de que no merecemos ser amados, no somos suficientemente buenos y hemos de estar demostrando nuestra valía constantemente. Estas ideas se crearon por experiencias vividas en el pasado que no hemos soltado. Es el momento de dejarlas ir. Sea lo que sea que haya pasado o hayamos vivido en el pasado, no hemos venido aquí a sufrir.

 

5. Hacernos valer. Por nosotros mismos. Este es un trabajo interno. No hace falta que demostremos nada a nadie, pero sí empezar a sentirnos valiosos, dignos y merecedores en nuestra propia piel. Recordemos todas las partes amorosas y valientes que hay en nuestro interior y nos han permitido llegar hasta hoy. Las personas que han sacado lo mejor de nosotros. Todos merecemos estar rodeados de amor y cariño.
Hacer esto nos permitirá pasar al siguiente punto.

 

6. Poner límites con claridad y firmeza. Una de las cosas que más nos cuesta hacer cuando estamos en medio de una relación tóxica es afrontar el miedo que nos produce expresar lo que sentimos y necesitamos. Sin embargo, saber conectar con nosotros y comunicar nuestros sentimientos, anhelos y necesidades con claridad y firmeza es algo básico y fundamental. Hacerlo nos da la confianza y la fuerza necesarias para ir hacia lo que más deseamos. Y nos lleva a sentirnos merecedores.

Además, expresar lo que verdaderamente sentimos es el primer paso para poner límites saludables, para decir NO a lo que NO queremos. A menudo, cuando nos sentimos perdidos, saber lo que no queremos es el primer paso que nos lleva hacia lo que sí.
Poner límites puede provocar que la otra persona se replantee lo que está pasando y busque soluciones, o que se la relación termine. En cualquier caso, necesitamos estar abiertos a cualquiera de las dos posibilidades para poder expresarnos con seguridad y confianza, y ser tomados en serio.

 

7. Ser coherentes con lo que sentimos
Si nuestra relación nos aporta más dolor o tristeza que alegría, hemos de tomar responsabilidad por ello. Aquí puede interponerse el sentimiento de culpa o pena por la otra persona, así como el miedo a la soledad.

Necesitamos estar centrados, alineados y empoderados para llevar a cabo lo que necesitamos hacer: cuidarnos a nosotros mismos y apostar por nuestra felicidad, lo que eventualmente puede llevarnos a dejar la relación.

Cultivar esa fortaleza interna es algo que puede llevar tiempo.

Para ello, podemos escribir una lista sobre cómo queremos sentirnos en nuestra vida y con las personas que nos rodean, qué clase de relaciones queremos tener y qué queremos que nos aporten. Firmarla con nuestro nombre y poner el compromiso de trabajar para ello. Leerla cada día.

También podemos pedir apoyo a personas por las que nos sentimos valorados y apoyados incondicionalmente (o, en su caso, a un terapeuta). A medida que nos vamos alineando con nuestro corazón y con lo que éste necesita, desea y merece, vamos adquiriendo el coraje y la fuerza para caminar en esa dirección y poner fin a cualquier relación dolorosa que nos hace sentir tristes y desempoderados y no honra nuestro ser.

 

 

8. Poner un ultimátum. Por último, si seguimos viendo que nuestra relación realmente es dolorosa y no hay voluntad por parte del otro/a de hacer nada para arreglarlo, una vez hemos reunido el coraje suficiente y nos sentimos capaces de vivir nuestra vida sin él o sin ella, es el momento de comunicarle que queremos dejar la relación. Si lo que queremos y necesitamos no se da, estamos dispuestos a romper, en ese momento o en un plazo concreto y fijo de tiempo.

Normalmente sólo podremos hacer esto si hemos ido avanzando en el proceso de empoderarnos y sentirnos merecedores de lo que realmente queremos y dignos y capaces de algo mejor.

Por Belén Giner

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies. Si sigues navegando, entendemos que aceptas su uso según nuestra política de cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies