Los cristales de cuarzo

La ciencia han demostrado que las células de nuestro cuerpo transmiten pulsos eléctricos entre ellas y que cuando nuestras emociones están alteradas estos pulsos aumentan. Esto hace que aumente la corriente de nuestro cuerpo, lo que altera nuestro estado emocional y afecta a nuestro sistema nervioso. Los cuarzos intervienen de forma positiva en estos pulsos y hacen de reloj osciloscopio en nuestro organismo.

Todos los cristales de cuarzo tienen una propiedad piezoeléctrica, que consiste en que cuando los comprimimos generan tensión en sus extremos. De la misma manera, la aplicación de una tensión eléctrica a los mismos produce una modificación de sus dimensiones y origina una vibración característica. Esta propiedad hace que los cuarzos se utilicen como relojes osciladores en muchos aparatos electrónicos.

Los cristales de cuarzo intervienen de forma positiva en estos pulsos y hacen de reloj osciloscopio en nuestro organismo, ayudando a las células alteradas por el estado emocional intenso a recuperar el flujo eléctrico, a que se normalice y a que la comunicación entre ellas sea más fluida, produciendo un reequilibrio energético.

Además de trabajar con los ritmos eléctricos de nuestro cuerpo, los cuarzos también nos aportan sílice, que es uno de los principales componentes de este mineral. Nuestro cuerpo también tiene una parte de composición de sílice que nos es necesaria. Al poner el cuarzo en contacto con nuestra piel, que es el órgano respiratorio mayor de nuestro cuerpo, la piel absorbe el sílice y lo transmite a nuestro organismo.

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